Propiedad de la Corona y posteriormente residencia real, Chenonceau es un lugar excepcional, no sólo por su diseño original y la riqueza de sus colecciones, mobiliario y decoración, sino también por su destino, ya que fue amado, administrado y protegido por mujeres, todas ellas extraordinarias y la mayoría de las cuales dejaron su huella en la historia.
«Castillo de señoras» de la historia de Francia, construido en 1513 por Catalina Briçonnet y embellecido sucesivamente por Diana de Poitiers y Catalina de Médicis, Chenonceau fue salvado de los rigores de la Revolución por Madame Dupin. Esta impronta femenina está presente en todas partes, preservándolo de conflictos y guerras y convirtiéndolo desde el principio en un lugar de paz.
A lo largo de su historia, este emblemático castillo siempre ha atraído el talento e inspirado a los más grandes artistas. Transmitir su belleza, combinando la elegancia de su arquitectura con la de su espíritu, significa también compartir un refinado arte de vivir.