Ni se te ocurra decir que quienes navegan por el Loira son marineros de agua dulce, pues cruzar el río real a bordo de una «toue», barca tradicional, exige mucha habilidad y destreza.
«No existe un canal preciso y cuidado, el Loira es un río en constante movimiento. Hay que zigzaguear entre los bancos de arena, las graveras, las corrientes: es complicado», explica Christian Lequin, piloto del Kaïros, uno de los barcos de la asociación.
Las «toues» –o «futreaux»– son grandes barcas de fondo plano que se usaban en otra época para el transporte de mercancías por el Loira. Remontaban el río gracias al viento (siempre y cuando soplara en la dirección correcta, proveniente del Atlántico), y bajaban siguiendo la corriente.
Sin viento, había que remolcar el barco mediante cuerdas tensadas en las orillas, con la ayuda de caballos y hombres. El último barco mercante del Loira, perteneciente a la chocolatería Poulain, navegó hasta 1914, antes de ser destronado por la carretera y el ferrocarril. En aquella época, el tráfico fluvial conectaba Nantes desde el estuario hasta Orleans.
El futuro de las «toues»
Cuatro embarcaciones fueron construidas en Montlivault por la asociación Kaïros, un taller de inserción laboral «que va a renovarse para construir otros», se regocija nuestro marinero del Loira. ¡Qué éxito tienen las «toues» de los Marineros del puerto de Chambord!
Hoy, las travesías (en transbordador) se efectúan esencialmente en julio y agosto, tras las huellas del antiguo barquero que ejerció hasta 1958 y de quien todavía se acuerdan los más viejos de la aldea. «Estamos a medio camino entre los dos puentes de Blois y Muides-sur-Loire, eso permite hacer un recorrido circular de 20 km, en lugar de 40 a pie o en bicicleta», dice Christian Lequin.
En cambio, casi todo el año se ofrecen paseos en barco de 1 a 2 horas saliendo de St Dyé-sur-Loire, que pueden reservarse en la Maison de la Loire.
Pernoctar en una «toue cabanée»
Para quienes deseen quedarse más tiempo en el Loira, la asociación propone pasar la noche en una «toue cabanée», provista de cuatro camas, un pequeño cuarto de aseo con ducha solar y baño seco, y una kitchenette.
Observar el Loira y su flora, admirar los castores, nutrias, charranes, garzas, gaviotas y garcetas, al amanecer o al atardecer, disfrutar de una escapada natural de forma segura (el barco permanece atracado), en un hábitat sencillo y lleno de encanto: esa es la clave del éxito de este alojamiento. Las reservas son posibles de abril a octubre, y la demanda es muy alta.
«A partir de 1870, la actividad empieza a decaer con la intensificación de la competencia del ferrocarril», dice nuestro piloto entre dos maniobras, sin perder de vista la pedagogía. «Aunque son solo 400 metros, ¡solemos recorrer cerca de 1 km!».
La nueva Maison de la Loire de Saint-Dyé-sur-Loire te espera en el muelle para contarte la historia del río y de los hombres que han contribuido a su riqueza, perpetuando la tradición gracias a la pasión de los barqueros de hoy.
Si sigues hasta Blois, el nuevo espacio de visita del Observatorio Loira (300 m2 de escenografía) te recibe para contarte la vida en el Loira, y además te ofrece un paseo.
El río real también te llevará hasta Chaumont-sur-Loire, donde la asociación Millière Raboton, situada al pie del castillo, te acompañará durante una excursión o un campamento.