Amboise, joya arquitectónica del Renacimiento, refleja su majestuosa silueta en el Loira, río declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad.
En los albores del Renacimiento, la poderosa fortaleza medieval de Amboise da paso a una residencia real, durante los reinados de los reyes de Francia Carlos VIII y Francisco I. Aquí se alojarán, invitados por los soberanos, la corte y numerosos letrados y artistas europeos, entre ellos Leonardo da Vinci, cuyos restos descansan en la capilla del castillo.
Este lugar destacado de la Historia de Francia alberga una excepcional colección de mobiliario gótico y renacentista que demuestra el refinamiento artístico del primer Renacimiento francés. Tras la visita de los aposentos reales y de las imponentes torres de herradura, el paseo se prolonga en los magníficos jardines panorámicos que dominan el Loira.
La génesis del Castillo de Amboise
Desde sus orígenes hasta 1431
El promontorio de Châteliers constituye desde el Neolítico un puesto de observación ideal, en la confluencia del Loira y de uno de sus afluentes, el Amasse. Desde sus casi cuarenta metros de altura, ofrece una defensa natural excepcional. La ciudad se convierte en la urbe principal de los turones, pueblo celta que dará su nombre a la futura provincia de Turena. El sitio está fortificado desde esa época.
Las legiones romanas también ocuparán el recinto amurallado. Algunas crónicas locales refieren que el propio Julio César (100 a.C.-44 a.C.) habría sido seducido por el oppidum de Amboise.
Sin embargo, el recinto entra definitivamente en la historia durante el encuentro de Clodoveo (c. 466-511), rey de los francos, con Alarico (484 - 507), rey de los visigodos. Tras el periodo turbulento de las invasiones normandas, Amboise integra el dominio de los condes de Anjou, y luego el de la casa de Amboise-Chaumont. En 1214, Turena es invadida por Felipe Augusto (1165-1223), rey de Francia. La familia de Amboise-Chaumont le rinde vasallaje.
Pero en 1431, Luis de Amboise (1392-1469) es condenado a muerte por haber conspirado contra La Trémouille (1384-1446), favorito del rey Carlos VII (1403-1461). Aunque finalmente es indultado, Luis de Amboise deberá renunciar al Castillo de Amboise, confiscado en beneficio de la Corona.
Comienza entonces la época más fastuosa del castillo, especialmente durante el reinado de los reyes de Francia Luis XI, Carlos VIII y Francisco I, que harán brillar en Amboise una vida cortesana particularmente rica.
Amboise, sede de la corte de Francia
Siglos XV y XVI
La llegada a Bourges de Carlos VII (1403-1461) y de su esposa María de Anjou (1404-1463) marca el inicio de la residencia de los reyes de Francia en el Valle del Loira. Sin embargo, el soberano prefiere los castillos de Loches y de Chinon al castillo fortificado de Amboise.
Su hijo Luis XI (1423-1483), por su parte, residirá en el castillo de Plessis-Lès-Tours (La Riche). Sin embargo, escogerá Amboise como residencia de la reina, Carlota de Saboya (1441-1483), y del heredero, el futuro Carlos VIII (1470-1498) nacido en Amboise en 1470. Dispone la construcción de nuevos aposentos y de un oratorio, adosado a la muralla sur, que dará origen a la futura Capilla Saint-Hubert.
Carlos VIII (1470-1498) y su esposa Ana de Bretaña (1477-1514) dejarán una impronta duradera en Amboise. El apego del rey por el castillo de su infancia seguramente fue un factor determinante en su deseo de transformar la antigua plaza fuerte medieval en un suntuoso palacio gótico. Carlos VIII es también el gran arquitecto del castillo, dado que dispone, sucesivamente, la edificación de dos aposentos de gala y una capilla en el emplazamiento del oratorio erigido por su padre. Encarga asimismo la construcción de dos torres de herradura (y de una tercera que nunca se terminará) de dimensiones excepcionales. Estas permitían a los caballos y carruajes conectar la ciudad con las terrazas del castillo, situadas 40 metros más arriba. Esta obra de excepcional magnitud mobiliza el tesoro real y continúa pese a las campañas militares en la península itálica.
Se perfeccionaron incluso algunas técnicas innovadoras para calentar las piedras y evitar su congelamiento durante el invierno, con el fin de continuar las obras. El rey recurrirá a albañiles franceses, escultores flamencos y, a su regreso de Italia, a artistas transalpinos: carpinteros, jardineros, arquitectos. El castillo cuenta entonces con 220 estancias.
Ciudadela y etapa de los soberanos de Francia
Siglos XVII y XVIII
A finales del siglo XVI, debido a su posición estratégica, Amboise conserva su función de plaza fuerte, pero se convierte en una etapa de los soberanos franceses que residen allí puntualmente, a merced de sus desplazamientos por el reino, entre ellos Enrique IV (1553-1610), Luis XIII (1601-1643), Luis XIV (1638-1715) o su nieto Felipe, duque de Anjou (1683-1746), futuro Felipe V de España.
En 1620, Luis XIII ordena la construcción de nuevas defensas, pero el castillo se irá deteriorando por falta de mantenimiento: algunos cuerpos de la muralla occidental del castillo (entre la capilla de Saint-Hubert y la estancia Carlos VIII) serán demolidos entre 1627 y 1660. Amboise servirá asimismo de prisión. Allí serán detenidos algunos prisioneros famosos, como Nicolas Fouquet (1615-1680), superintendente de finanzas de Luis XIV, caído en desgracia en 1661, quien será escoltado por el no menos célebre capitán de los mosqueteros D’Artagnan (c. 1615-1673).
Amboise despierta finalmente de su largo sueño en el siglo XVIII con Étienne-François, duque de Choiseul (1719-1785), poderoso ministro de Luis XV (1710-1774). En 1763, se convierte en su propietario, adquiriendo al mismo tiempo el vecino dominio de Chanteloup, donde manda construir un suntuoso castillo en el estilo de la época. Prefiere vivir en este último antes que en la ciudadela de Amboise, donde instalará manufacturas.
A la muerte de Choiseul, su inmensa propiedad fue adquirida por la Corona de Francia, que la cedió en 1786 a Louis-Jean-Marie de Bourbon, duque de Penthièvre (1725-1793), nieto legítimo de Luis XIV. Este construirá allí sus aposentos en 1789, procediendo a la destrucción de las columnas y a la división de la Gran Sala. Acondiciona un comedor panorámico en la Torre des Minimes y dispone obras en los jardines: ordena la plantación de tilos al tresbolillo en la terraza norte y crea un parque de estilo inglés. En el extremo occidental de la fortaleza, manda edificar una pagoda de estilo chino en la torre Garçonnet.
En 1789, un incendio destruirá el aposento de las Siete Virtudes.
Un centro de detención durante la Revolución
La Revolución cambia definitivamente el destino del castillo. En 1793, las autoridades confiscan el castillo y su mobiliario para transformarlo en centro de detención y en cuartel para los veteranos de las campañas emprendidas por los ejércitos revolucionarios.
Durante este desmantelamiento, también desaparecen la mayor parte de las decoraciones del castillo: artesonados, chimeneas, estatuas, pinturas, objetos de madera o hierro forjado... Tras albergar una efímera esperanza de recuperar sus bienes, la heredera del duque de Penthièvre, Luisa María Adelaida, duquesa de Orleans, se exilia como consecuencia del golpe de Estado del 18 del fructidor del Año V (el 4 de septiembre de 1797) y del decreto que obliga a los Borbones a salir de Francia.
Ultraje y renovación de un monumento histórico
Siglos XIX y XX
El Consulado (1799-1804) y el Imperio (1804-1814/1815) abren un nuevo capítulo en la vida del castillo. Amboise es ofrecido en 1803 al Senador Roger Ducos (1747-1816), antiguo miembro del Directorio, a quien el primer cónsul Napoleón Bonaparte (futuro Napoleón I) (1769-1821) desea agradecerle su ayuda en la toma del poder.
Para «renovar el castillo», el Senador ordena en 1806 la destrucción de los edificios en ruina (el aposento de las Siete Virtudes y los edificios adyacentes) o considerados inútiles. En particular, manda derribar el ala Enrique II, la colegiata de Saint-Florentin (edificio del siglo XI) y la casa canonical. También el jardín será rediseñado. El conjunto de las obras se acabará en 1811.
En 1814, durante la primera Restauración, el castillo será devuelto a la heredera del duque de Penthièvre, Luisa María Adelaida de Borbón, duquesa de Orleans (1753-1821), de regreso de su exilio español. Tras recuperar temporalmente –durante el período conocido como los Cien Días– su función de fortaleza carceral, Amboise es devuelto definitivamente a la familia de Orleans en 1815.
A la muerte de la duquesa, el dominio de Amboise pasa a manos de su hijo Luis Felipe (1773-1850), futuro rey de Francia. Este renovará el castillo para transformarlo en un lugar de recreo. Las obras se encomiendan al arquitecto de renombre Pierre-François-Léonard Fontaine (1762-1853) y a su discípulo, Pierre-Bernard Lefranc (1795-1856). El rey Luis Felipe I, ardiente defensor del patrimonio francés, obrará por la protección de los monumentos emblemáticos de la historia nacional, a la cabeza de los cuales figura Amboise, declarado monumento histórico en el año 1840.
El castillo es embargado
La Revolución de 1848 provoca el exilio de Luis Felipe I y el embargo del Castillo de Amboise. El lugar volverá a destinarse a la detención de un destacado prisionero, el emir Abd al-Qádir (1808-1883), líder derrocado de la rebelión argelina, encarcelado con su séquito en noviembre de 1848.
La promesa hecha al emir durante su rendición de transferirlo a tierra islámica será cumplida solo cuatro años más tarde por el príncipe-presidente Luis Napoleón Bonaparte (1808-1873), quien acudirá a Amboise para comunicarle su liberación, en octubre de 1852.
El emir se marcha de Francia para dirigirse a Brousse, Constantinopla (Turquía) y Damasco (Siria), dejando tras de sí sinceras amistades entabladas con algunos habitantes de Amboise y el recuerdo de veinticinco miembros de su séquito fallecidos y enterrados en el castillo. En su memoria se levantará en 1853 un mausoleo en una terraza del castillo. El «Jardín de Oriente», diseñado por Rachid Koraïchi, será erigido en 2005 en el mismo lugar en que se encontraban las sepulturas y el mausoleo.
El dominio vuelve a formar parte del patrimonio de los Orleans
La caída del Segundo Imperio (1852-1870) y el advenimiento de la III República (1870-1940) marcan la restitución del dominio al patrimonio de los Orleans. Por iniciativa de Philippe (1838-1894), conde de París y nieto de Luis Felipe I, se llevará adelante un extenso programa de restauración del castillo. Al estar protegido como monumento histórico, el Estado francés nombra a un arquitecto para la ejecución de las obras. Se dirige así a Victor-Marie-Charles Ruprich-Robert (1820-1887) y luego a su hijo Gabriel, ambos inspectores de monumentos históricos, quienes realizan un extraordinario trabajo de restauración de la capilla de Saint-Hubert, el aposento Carlos VIII y la Tour des Minimes (1874-1879), y luego del ala renacentista (1896-1897) y de la torre Heurtault (1906).
El duque de Aumale (1822-1897) se encargará de las obras. Muere tres años después y en 1901, el castillo, que ya albergaba un hospicio, será transformado según sus deseos en un dispensario para los antiguos servidores de su familia. El Castillo de Amboise es incorporado al patrimonio de la Sociedad civil del dominio de Dreux, creada en 1886 para la gestión del patrimonio histórico de la Maison de France.
La Segunda Guerra Mundial
El último episodio trágico para el castillo y la ciudad de Amboise tiene lugar durante la Segunda Guerra Mundial. El 4 de septiembre de 1939 el castillo es confiscado. El acceso de los turistas a la capilla y al camino de ronda de la torre Heurtault se mantiene hasta el 22 de mayo de 1940.
En junio de 1940, el ejército francés, en franca desbandada, se repliega progresivamente al sur del Loira. Del 4 al 15 de junio de 1940, los aposentos reales del castillo se convierten en la sede efímera del Ministerio francés del Aire, que continúa su repliegue hacia Burdeos.
El 18 y 19 de junio de 1940, un regimiento de tiradores senegaleses opone resistencia, con notable coraje, a la entrada de las tropas alemanas a Amboise. Los daños materiales son significativos: un centenar de obuses caen sobre el castillo, alcanzando la capilla, la torre Garçonnet y la de Minimes. Tras su evacuación, el castillo soporta durante quince días la afluencia descontrolada de refugiados y tropas alemanas. Será utilizado por las tropas de ocupación como depósito de armas y puesto de comunicación y detección aérea.
En julio de 1944 sufre un bombardeo aliado que daña las fachadas de los aposentos, las vidrieras y el tejado de la capilla de Saint-Hubert. El 1 de agosto de 1944, el castillo es abandonado definitivamente por las últimas unidades del ejército alemán.
Unos días después, se procede al inventario de los daños. El Estado aporta su contribución a la campaña de restauración que se emprenderá a partir de 1952.
En 1974, la Sociedad civil del dominio de Dreux es transformada en Fundación Saint-Louis, con la evolución de la legislación sobre la gestión de bienes culturales. La Fundación, propietaria del lugar, pone en marcha un importante programa de restauración y valorización del monumento.