Élisabeth Latrémolière, conservadora jefe y directora del Castillo Real y de los Museos de Blois, desvela la codificación de la comida del soberano, que se convirtió en un espectáculo durante el Renacimiento.
¿Cuál era la función de la comida en la corte de los Valois?
En ocasiones especiales, el objetivo no era comer, sino socializar. El soberano o príncipe ofrecía un espectáculo a su corte, sobre todo bajo Enrique III, que hizo redactar un reglamento que establecía la comida principesca. Su objetivo era restablecer la majestad real, dañada por las Guerras de Religión.
¿Cuál era el protocolo de la comida?
A partir de 1574, Enrique III se aleja de la familiaridad que existía entre el rey y sus súbditos bajo Francisco I y Enrique II. Su mesa, colocada sobre un estrado, estaba separada de la corte. Los platos llegan en procesión, llevados por panetiers, échansons, écuyers tranchants y fruitiers, precedidos por un maître d’hôtel.
Llegan en oleadas y se colocan en la mesa al mismo tiempo. Se toma lo que hay delante, y sólo el rey tiene derecho a ver todos los platos. Se sirven varios platos uno tras otro: el entrante, con pastas dulces y saladas, las sopas, hechas con carnes hervidas, los asados, y el postre, con dulces servidos en una sala aparte. El vino, cortado con agua, lo trae el servicio de bebidas.
Fuera de las grandes ceremonias, ¿con qué frecuencia se sirven las comidas?
Hay dos comidas al día: una al final de la mañana, llamada cena, y otra al final de la tarde, llamada cena. Por la mañana, no se come hasta haber comulgado: la primera comida es la de Cristo. En la corte, hay meriendas a lo largo del día, en las que comemos dulces.