El río debe su aspecto actual a las numerosas islas, en su mayoría deshabitadas, que sirven de refugio a la fauna y flora salvajes que hacen del Valle del Loira un espacio europeo esencial en términos de biodiversidad.
Más allá del río, a ambos lados de los diques, el valle está formado por grandes extensiones de praderas inundables y ricos campos agrícolas.
De vez en cuando, sin embargo, la reaparición de ciertas formas nos lleva a reconocer, en este aparente desorden, el esbozo de un sistema. Las fuerzas que actúan en el interior del lecho aluvial durante los periodos de aguas altas obedecen a ciertas leyes que rigen también la fase decreciente de las crecidas, el mecanismo de acumulación aluvial, etc.
…. un río que vaga a su antojo, ensanchando su valle, modelándolo, cambiando la naturaleza del suelo, la transparencia del aire, la refracción de la luz, el color de los árboles y de las puestas de sol.
La luz
El río es un espejo del cielo. Su luz es única, ya que la composición de la atmósfera, donde confluyen el aire oceánico y el continental, produce frecuentes brumas con efectos sorprendentes al amanecer y al atardecer y colores cambiantes a lo largo del día y de las estaciones.
Movimiento
El río es indolente, violento e imprevisible, sus crecidas poderosas y amenazadoras. Sus largos períodos de estiaje descubren su lecho, multiplican sus brazos, dibujan surcos en las orillas, las huellas de las corrientes secundarias. La vegetación coloniza las orillas. El río es una verdadera «piel de arena y agua» en perpetuo movimiento.
La materia
El Loira transporta, deposita y desplaza montañas esparciendo estos materiales. Esculpe su propia imagen, reflejándose de una orilla a otra, socavando, transportando o depositando materias aluviales. La presencia del río se aprecia en las acumulaciones de grava, ramas, madera esculpida por las corrientes, orillas erosionadas, …..